viernes, 19 de febrero de 2010

Olvido se escribe con tinta

Seis de la tarde y Rubén seguía sentado frente a su escritorio. A su derecha unas grandes cortinas rojas enmarcaban una vistosa ventana de vidrio.

El día dejaba mucho que desear, la temperatura no pasaba los 5 grados centígrados y el cielo se escondía tras una desilusionante capa de nubes. Siempre tuvo una particular afinidad por los climas calidos y días como estos eran los responsables de sus bajas en el humor, sin embargo, el alerta meteorológico y el granizo le habían concedido para hoy, una ausencia en el trabajo.

Sabia que tenia que completar unas fichas para la obra social, pero se vio limitado por la pereza que el frió le causaba. Una sonrisa se dibujo en su rostro, sorprendido de su propia vagancia. Luego de un instante decidió levantarse y ponerse en marcha con todo el papeleo que tenía acumulado.

Ordenando encontró los viejos papeles de inscripción a la facultad, los miro con nostalgia, esa era una etapa de su vida que había quedado enterrada, bajo el paso del tiempo. Sin embargo aquella etapa habría dejado sus frutos, su carrera marcho sobre rieles durante los años necesarios. A los 25 años ya era un abogado recibido y con un puesto respetable en el juzgado de San Martín.

Impulsado por los recuerdos se detuvo a mirar su titulo que colgaba encuadrado en la pared, titulaba RUBEN STANDFORD ABOGADO UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES.

Siempre se había preguntado porque sus padres habían elegido un nombre tan latino para conjugarlo con un apellido tan europeo, de todas formas la unión le agradaba.

Sobre el escritorio descansaba la foto, con la imagen de ella, al notarlo le dio un vuelco el corazón, ¿Cómo iba a hacer para olvidarla?, ¿Cómo podría dejar de amarla? Del otro lado de la imagen, Lucia le sonreía con los ojos llenos de alegría.

Miraba la imagen y le parecía imposible poder llenar algún día el agujero que llevaba en su pecho, jamás podría remplazarla y aquel día más que nunca quería olvidarla.

Ver la foto de lucia fue una sensación que no se esperaba, se angustio aun mas y prefirió irse a dormir, esperando que mañana sea un mejor día, mas allá de que eran las 8 de la noche y Rubén acostumbraba dormirse a las once.

• • •

El despertador sonó a las 6:30, casi por inercia y sin pensar se dirigió a la cocina, y preparo el café con leche como a el le gustaba, se vistió y miro por la ventana. El día ya estaba mejor, algunas nubes reposaban en el cielo, pero ninguna ocultando al sol. Hoy podría empezar con más ganas que ayer.

Ya vestido bañado y habiendo desayunado, salio de su casa con la esperanza de tener un día tranquilo. Le esperaba un movido viaje en subte seguido del tren que lo llevaría a San Martín. Vivía en un departamento bien ubicado en el centro, sin embargo para llegar al trabajo tenia al menos dos horas de viaje.

El trayecto fue tranquilo no había demasiada gente en el transporte publico y al llegar al juzgado se encontró con que Marta, su secretaria, le había preparado un café que lo esperaba calentito sobre el escritorio de su oficina.

Marta era muy atenta, tal ves porque el siempre la había tratado dulcemente.

El trabajo había estado bastante movido y aunque solo estaban cumplidas las primeras cuatro horas de trabajo, tenia demasiadas ganas de salir corriendo de ese lugar. El día empezó aparentemente bien, pero se fue deteriorando con el transcurso de las horas. La discusión con el juez Gonzáles no le había causado ninguna gracia, y sumado a eso su madre lo había llamado para reclamarle que nunca la visitaba, sin contar que una señora desesperada entro con un ataque de nervios a su estudio para insultarlo por haber metido preso a su hijo. ¿Qué mas esperaba? El delincuente del hijo había matado a un oficial de policía en un asalto a un quiosco, el se encargaba de hacer justicia. Por decir esas cosas se gano unas cuantas rasguñadas de la amable señora sobre la mejilla izquierda.

Cuando llego la hora de almorzar prefirió salir del juzgado e ir a comer algo simple y sentarse en la plaza.

El sanguchito de jamón y queso tenía un sabor agradable, y estar ahí sentado en el banco de la plaza le proporcionaba unos momentos de tranquilidad. Aunque inevitablemente el estrés y la desesperación resaltaban en su rostro. Quería ahogar su dolor por el abandono de Lucia, dedicándose al trabajo, aparentemente eso solo empeoraba las cosas.

Una viejita de al menos unos 80 se sentó a su lado en el banco, era de esas personas a las que parece que nada les afectara, estaba emponchada para un día de invierno fulminante, parecía no notar que la temperatura rondaba los 25 º.

Lo miraba sonriente esperando que el diga algo…-: ¿Que tal? Buen día. Tal ves con eso la contentaría y dejaría de mirarlo con esa sonrisa envidiable. ¿Cómo podía ser tan feliz?, ¿Es que nunca había sufrido en esta vida?

La anciana sonrió una vez mas, lo miro, se levanto y se fue. Rubén se alivio, podría disfrutar de unos minutos mas de soledad y tranquilidad. Pasada media hora no le quedo mas remedio que retornar al trabajo, cuando se levanto, noto sobre el banco, un viejo libro de tapa dura y color marrón, aparentemente lo habría olvidado la adorable anciana de sonrisa envidiable. Lo guardo en su bolso y volvió al trabajo.

• • •

Las horas le parecieron interminables, pero al fin estaba de vuelta en casa. Dejo el bolso sobre la mesa y se sentó en el sillón a mirar la tele, recorrió todos los canales de Diverct TV sin encontrar nada interesante para ver. 500 canales y nada interesante.

Una extraña curiosidad le surgió cuando recordó el libro marrón. Lo saco de la mochila y lo abrió, las hojas estaban vacías, al parecer era una especie de diario.

Le causo gracia, hasta los 18 años solía escribir en un diario, cada ves que vivía algo importante. Abandono el habito cuando sus amigos lo descubrieron y encontraron un buen motivo para burlarse de el.

Saco su pluma del bolsillo y comenzó a escribir lo mas reciente. Estaba tan frustrado, -Gonzáles es tan arrogante, nunca me da la razón en nada – pensaba- siempre dando órdenes, no es mi jefe,-

Hilvanó cada una de las palabras, mientras sentía que del corazón y a través de la mano, los sentimientos iban trasmitiendo se al libro. Cuando puso el punto final en la hoja, no podía entender lo bien que se sentía.

Que día increíble había tenido, el trabajo nunca había estado mejor. Uso un rato su notebook y se fue a dormir.

Tuvo una pesadilla en la que se peleaba con Gonzáles y este le pegaba una piña. Se despertó con una sensación rara, una mezcla de alegría con confusión, no entendía que pasaba, sabia que estaba contento pero en el fondo sentía una vacío inexplicable, como si nunca podría llenarlo.

Vio el diario sobre la mesa, lo agarro y reconoció su letra en la hojas, leyó, sorprendiendo se a cada momento de lo que leía, era como si hubiera escrito su sueño. De pronto lo entendió, lo recordó, lo había vivido.

Los días transcurrieron y las páginas del libro se fueron llenando con los problemas y sentimientos de Rubén, y así fue olvidando momentos que le hacían sentir. Tal ves así, olvidando, su vida mejorara, su relación con los demás, su falta de interés por las nuevas sensaciones, estaba viviendo una vida que avanzaba por propia inercia, una vida que le pertenecía, pero que el no podía manejar

Lo único que no se iba era esa sensación de vacío, era como no estar vivo, como sentir bajo los efectos de un anestésico, ¿de que sirve vivir si vivir no es estar vivo?

Entonces pensó que, cabía la posibilidad que esa sensación de vacío fuera por que todavía no había intentado olvidarla a ella, el mayor de sus dolores. Antes de que ella lo dejara el era tan feliz, tenia todo lo que esperaba en la vida. Pero ella se fue y ya nunca la iba a volver a ver. Su vida se había destrozado en mil pedazos, y jamás iba a poder ponerlos todos juntos otra vez.

Tomo el libro una ves mas y el nombre, Lucia, apareció escrito con tinta azul, y esa desprolija caligrafía suya.

Se miro en el espejo, vio reflejada en el una gran sonrisa, una de esas que no veía hace mucho, pero su mirada escondía algo, algo que no podía entender, un espacio en blanco, la ausencia de un pasado feliz.

• • •

La cantidad de trabajo le resulto agotador, por suerte la hora del almuerzo llego, le pregunto a Marta si quería que le pida algo para almorzar y esta le dedico una sonrisa de agradecimiento.

Fueron a comer juntos al restaurante de al lado del juzgado, y comenzaron a hablar sobre su vida. -: ¿Cómo estas Rubén?, últimamente te vi bastante bien, pero quiero que sepas que contas conmigo para lo que quieras-

- : Gracias Marta, siempre fuiste muy amable conmigo- Sabia que Marta era una mujer cordial, pero honestamente no entendía porque le estaba ofreciendo su ayuda.

De pronto la sensación de vacío volvió a aparecer, pero el no lo entendía, peor aun, no recordaba porque.

Dio un sorbo mas a su taza de café y mirando a Marta le dijo: - Yo se Martita que vos sos una mina macanudisima, pero ¿a que se debe que me digas esto, de que puedo contar con vos?

- Rubén, entiendo que quieras hacer como si no hubiera pasado nada pero, siempre es mejor superar las cosas, no hace bien reprimir.

Rubén cada vez entendía menos y el vacío en su interior crecía, era como un gran agujero q se hacia mas grande a cada segundo.

La miro con cara de duda, demostrando que no entendía a lo que se refería.

- Disculpa Marti, pero no se de que me hablas.

- Rubén, esto no te va a hacer nada bien, tenes que aceptarlo y superarlo

- De verdad no se de que me estas hablando- Ya estaba desesperando se, no le gustaba que le tomen el pelo, aunque por otro lado sentía que ella tenia razón

- Tenes que dejar lo de Lucia a un lado- La dejo continuar, mientras acentia con la cabeza, solo por la curiosidad de saber de que estaba hablando – Supongo que debe ser duro que te dejen plantado en el altar, pero son cosas que pasan y creo que hay cosas mas graves.

¿Esta mujer se volvió loca? No podía entender nada de lo que le estaba diciendo, le generaba incertidumbre quería irse, algo no andaba bien, empezó a desesperarse. Se levanto y salio corriendo.

Tomo el primer colectivo que lo dejara cerca de su casa, quería gritar pero no sabia porque, se estaba volviendo loco, había algo que no podía entender, algo que quería cambiar, pero ¿Cómo cambiar algo si no sabes que es?

Las lágrimas le caían por los ojos, pero no sentía tristeza, solo un vació, una incertidumbre.

Cuando llego corrió al diario, eso siempre le hacia bien, escribir, pero esta ves se detuvo, esta ves prefirió leer.

A medida que leía, los recuerdos volvían a su mente, los recuerdos de una vida pasada, parecían de otra vida, una vida que sabia, el había sido protagonista. Cada sensación escrita en ese diario volvió sobre el, todos los dolores, pero no importaba, nada se comparaba con ese vacío irremediable que significaba no sentir, ser ignorante de su propia vida, algunos dices que la ignorancia es salud, pero ¿realmente sirve vivir una vida en la que no estas vivo?

Cuanto tiempo estuvo siendo alguien que en realidad no era, un zombi, un ser que vivía porque el corazón le latía, y la sangre recorría sus venas, un hombre sin pasado, y un futuro oscuro.

Sentir todo lo que sentía en realidad no era algo realmente reconfortante, sentia bronca, tristeza, dolor, todos los sentimientos de un mes, en solo un momento, Pero no importaba, porque se sentía vivo, se sentía el, ahora sabia quien era, y mil veces volvería a elegir el dolor, que el vació.

Se miro en el espejo de siempre, ese que jamás le mentía, y pudo verse, en su mejilla una lagrima caía, y sin embargo una enorme y honesta sonrisa le decían que sentir siempre es mejor que olvidar.

Miro el diario por ultima ves, y lo arrojo al cesto.

martes, 16 de febrero de 2010

Volver a empezar.

Es necesario en la vida, cambiar, por mas miedo que la palabra cambio implique. Muchos sienten los cambios, como abandono o distanciamiento, en este caso tiene un significado distinto, una intención diferente. Cambiar con la intención de mejorar, con todas las ganas de mejorar.
Quiero arreglar todo lo que hice mal. Debe haber una forma de empezar